domingo, 9 de septiembre de 2012


Decisión

 

Instintiva e inconscientemente esquivó aquella caricia. Hacía tiempo que lo notaba, que lo sentía; algo había cambiado, lenta e imperceptiblemente. ¿Dónde había quedado esa admiración que sentía hacia él?, ¿ qué indiferencia notoria crecía en ella?.

Luego de algún tiempo de compartir sus vidas, sentía que, indefectiblemente algo se había roto muy profundamente en ella. Su alma lejana e insensible ya no se sentía completa ante su presencia. Su deseo, otrora ardiente, era a veces hasta lastimoso. Su piel,  sus manos, su boca estaban hastiados de la rutina y el frío que sentía al contacto de su cuerpo la congelaba.

Casi sin pensarlo, mecánicamente comenzó a preparar su valija. Aturdida, fuera de sí pero al mismo tiempo ansiosa, fue recorriendo cada rincón de la casa, llevando sus posesiones más significativas. Se sorprendió de que sus querencias solo entraran en aquel pequeño equipaje. ¿Acaso ya hacía algún tiempo que había comenzado a irse de allí?

Sin explicaciones, sin notas, sin advertencias; solo se dirigió hacia la puerta y salió. Comenzó a caminar por aquella avenida, ajena a la gente y a los autos, sola con su alma, su cuerpo, su pequeña maleta. Sonrió serenamente, miró aquel cielo brillante y despejado y se perdió entre la multitud, libre, feliz, viva.

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