miércoles, 13 de febrero de 2008

Sus ojos se...

El delgado hilo de luz, que apenas podia escabullirse por la ventana, le daba aún más penumbra a su habitación que olía a humedad y encierro.
Cansado y ya con muchos años sobre sus espaldas, vivia terriblemente solo desde que ella partió.
Los hijos habían volado lejos, cada uno a remoto destino para buscar su propio camino.

Se levantó aquella mañana y , como cada día, preparó su mate amargo para desayunar, en silencio, solo. La cocinita era pequeña, triste y fría.En el centro la frágil mesita vacia, cubierta con un roído mantel de plástico, junto a esta, una silla, solo una, no hacía falta más...¿para que?....¿para quién?.
La diminuta ventana, con viejas y descoloridas cortinas, dejaba ver el día que comenzaba.
Sobre un estante cerca de la puerta, en la vieja radio, sonaba Carlitos entonando algunos de sus mejores tangos.
Él permanecia sentado, encorvado y silencioso, disfrutando de su desayuno y escuchando atentamente la música que tanto le gustaba.
De pronto comenzó a sonar aquella conocida melodía...su alma se estremeció y sintió como se marchitaba su interior, aún asi...continuó escuchando y luego de unos minutos, cubrió su cara con sus manos y lloró amargamente, solo, muy solo...

Sus ojos se cerraron
(Gardel y Le Pera)
Sus ojos se cerraron...
y el mundo sigue andando,
su boca que era mía
ya no me besa más,
se apagaron los ecos
de su reír sonoro
y es cruel este silencio
que me hace tanto mal.
Fue mía la piadosa
dulzura de sus manos
que dieron a mis penas
caricias de bondad,
y ahora que la evoco
hundido en mi quebranto,
las lágrimas pensadas
se niegan a brotar,
y no tengo el consuelo
de poder llorar.

¡Por qué sus alas tan cruel quemó la vida!
¡por qué esta mueca siniestra de la suerte!
Quise abrigarla y más pudo la muerte,
¡Cómo me duele y se ahonda mi herida!
Yo sé que ahora vendrán caras extrañas
con su limosna de alivio a mi tormento.
Todo es mentira, mentira es el lamento.
¡Hoy está solo mi corazón!

Como perros de presa
las penas traicioneras
celando mi cariño
galopaban detrás,
y escondida en las aguas
de su mirada buena
la suerte agazapada
marcaba su compás.
En vano yo alentaba
febril una esperanza.Clavó en mi carne viva
sus garras el dolor;
y mientras en las calles
en loca algarabía
el carnaval del mundo
gozaba y se reía,
burlándose el destino
me robó su amor.