lunes, 17 de diciembre de 2007

Tarde en miniatura

Ayer domingo por la tarde luego de ponerme las galas correspondientes, me dirijí al teatro dónde tenía lugar la fiesta de egresados del Jardín maternal de Sol (mi sobrina del corazón). Cómo no podía ser de otra manera se puso muy contenta al ver que "su tía" había ido a verla.
Cómo todos los años las seños pusieron mucho esmero y dedicación en los números  a presentar y debo admitir, más de una vez se me piantó un lagrimón. Y es que es imposible mantenerse impávido ante algunas parejitas convenientemente vestidas de gauchos y chinas, que no sumaban dos metros entre ambos, bailando un chamamé al ritmo de Amboé; y a varios bailarines con sus negras botas ejecutando el malambo al mejor estilo campero, con los sombreros y pañuelos que la ocasión merecía.
Pudimos disfrutar de la actuación de personajes tan dispares como el gato con botas y los Beatles, revoleando sus pelucas al ritmo de "Twist and Shout"; hasta los tres chiflados y toda la familia Simpson a pleno.
Los artistas no superaban  la edad de 5 años y nos ofrecieron una tarde emotiva y 
llena de tiernos 
momentos, entre babosos abuelos y padres.
Al regresar recordando y disfrutando aún de las emociones que allí viví me preguntaba: 
cuánta inocencia y dulzura perdemos a veces al ser adultos , que maravilla poder tener la libertad y la frescura de un niño, sin prejuicios ni valores preconcebidos. Cuántas veces nos haría falta sacar ese niño, con esos valores, que duerme dentro nuestro para poder ver con otros ojos la vida y enfrentar asi los problemas de los que siempre nos quejamos y relacionarnos de otra forma con el que está a nuestro lado.
Cuántas veces nos privamos de juguetear como niños por el miedo y la vergüenza al que dirán.



-"¿y tú, tú crees que las flores...?
-¡Pero no! ¡Pero no! ¡Yo no creo nada! Te contesté cualquier cosa. ¡Yo me ocupo de cosas serias!
Me miró estupefacto.
-¡De cosas serias!
Me veía con el martillo en la mano y los dedos llenos de grasa, inclinado sobre un objeto que le parecía muy feo.
-¡Hablas como las personas grandes!
Me avergonzó un poco. pero, despiadado, agregó:
-¡Confundes todo!...¡mezclas todo!
-Conozco un planeta donde hay un señor carmesí, jamás ha aspirado una flor, jamás ha mirado una estrella. jamás ha querido a nadie. No ha hecho más que sumas y restas. Y todo el tiempo repite como tu: ¡Soy un hombre serio! ¡soy un hombre serio!. Se infla de orgullo. Pero no es un hombre; ¡es un hongo!..."

El Principito -Antoine Saint Exupery