domingo, 21 de julio de 2013


En la mesa

Sigilosamente te acercas, no puedo ver tu cara pero siento tu intención. Y siento el contacto con tu cuerpo como dos piezas de rompecabezas, cóncavo y convexo.
Rodeas mi cintura con tus manos mientras cubres mi cuello con tus besos. Me dejo llevar y tomo tus manos, te guío, las poso, me embriago. Siento poderosamente tu cuerpo adosado a mi espalda. Mientras tus fuertes piernas se abren paso entre las mías….suspiro, me encorvo y dejo caer mi cabeza hacia atrás…girando, lentamente busco tus labios y te beso profundamente.
Me tomas de mis caderas, flexionas mi pierna…me alteras toda…completa…plena….me levantas me subes a la mesa, me recuestas y te apoderas de todos mis sentidos…te dejo…me dejo…nos dejamos.
 
 
 
La Casa de la playa

     La casa de la playa siempre era su refugio en ocasiones como esta. Había llegado por la madrugada y el día precioso de sol, el mar muy calmo y la tranquilidad del lugar brindaban un poco de sosiego  a su alma intranquila, triste y dolida. Además, este lugar  siempre le ayudaba a despejar sus pensamientos y poder meditar las cosas desde otra perspectiva.

La discusión de la noche pasada había sido bastante dura y dolorosa. Tal vez la primera tan desagradable. Frecuentemente, cuando hay mucho enojo, se pueden decir palabras muy crudas e hirientes y ella las había dicho…pero también las había escuchado…y dolía,  dolía mucho.

Dentro de sus pensamientos e incertidumbres también habitaban recuerdos de otras épocas en las que todo era armonía y entendimiento, reinaban los arrumacos y los besos,  las charlas eran interminables y se sentía todo tan sencillo y sin complicaciones. -"¿Será todo parte de la evolución que una pareja debe tener?"- se preguntaba. Hacía ya 6 años que estaban juntos y compartían la vida. Recordó que en el preciso instante en que lo había visto se había enamorado perdidamente de él, que la había atrapado su inteligencia y su educación, además,  se podía decir, que era el hombre más lindo en aquella reunión; al menos según su gusto. -“Aún hoy sigue siendo atractivo”- pensó- recreando la  imagen de su esposo en su mente.

Luego de desayunar, se dispuso a caminar por la playa en aquella apacible mañana soleada. La acompañaban sobrevolando algunas gaviotas  y el sonido del mar que parecía entender su necesidad de paz y claridad de pensamiento, y se mostraba sumamente quieto y en paz. Mientras caminaba sentía la brisa marina acariciándole el rostro y por un instante, extrañó su mano amarrada y sus dedos entrelazados con los de su compañero, ya que ambos disfrutaban de  recorrer la distancia que separaba la casa del muelle más cercano, siempre tomados de la mano.

Tras casi hora y media de caminata, regresando a la casa y, desde una cierta  distancia, notó que ya estaba siendo necesaria una renovación del exterior de la misma. Instintivamente vinieron a su mente imágenes de cuando, ambos, juntos, construyeron aquella vivienda. Fue tan simple ponerse de acuerdo, fue tan hermosa la sensación de tener los mismos proyectos y gustos, de sentir que no necesitabas explicarte como querías esto o aquello porque el otro captaba la idea al instante.

A medida que el día avanzaba y recorría la casa o se sentaba o recostaba  en algún ambiente de la misma, se daba cuenta lo repleta de recuerdos que estaba. Cada puerta, cada cortina, cada adorno, cada rincón…hasta los colores elegidos para pintarla tenían un significado y una pequeña historia…y mientras los añoraba, notaba  que en la suma de momentos en su vida junto a su esposo el saldo siempre era positivo.

Casi al ponerse el sol, mientras leía,  escuchó un automóvil llegar a la casa, se puso de pie, dejando el  libro sobre una mesita, se asomó a la ventana y esbozó una pequeña sonrisa. Se dirigió a la puerta y al abrirla escuchó: -“Perdoname”- al mismo tiempo que ella  también lo decía. Se unieron en un fuerte e interminable abrazo mientras los últimos rayos del sol se dejaban ver, para dar paso a un cielo infinitamente estrellado y a la naciente noche que sería testigo de la reconciliación de dos amantes.

domingo, 19 de mayo de 2013

Ese viejo sauce es testigo

La tarde de primavera resultaba exquisita para la emoción que  embargaba su alma. La explosión de naturaleza, los frutales florecidos, el verde resurgiendo, lo inspiró a respirar profundamente y a sonreír mientras avanzaba por aquel sendero.

El sol, en su perfecto fondo limpidamente celeste, le acariciaba la piel y entibiaba su camino. La luz del día parecía hacer  más profundos los matices de colores que la comarca ofrecía. Bordeando su camino podian verse preciosas flores silvestres en tonos azulados...no pudo evitar la tentación de cortar una de ellas y llevarla en su mano, percibiendo a cada instante el ausente aroma de la misma.

Había caminado muchas veces aquel sendero, pero no recordaba haberlo hecho cargado de tantas ilusiones y pensamientos. Su imaginacion recorría a cada instante la meta que lo movilizaba y le daba vida al esperado encuentro. Ensayaba mentalmente distintos diálogos, expresiones, muecas, gestos... pero todos finalizaban igual...en su rostro, en su cabello, en sus ojos...

¡qué ganas tenia de correr! ¡qué ganas de volar! ¡cuánto camino aún le quedaba!

La jornada previa al presente día, luego de tantos meses de insistencia...ella...finalmete había cedido, finalmente había aceptado su invitación...finalmente había hecho feliz a su corazón y lo había llenado de esperanzas.
El punto de encuentro era un añejo y perfecto sauce a orillas del río.

Su corazón se aceleró al percibir el sonido del agua correntosa y al divisar la copa de viejo árbol.
A medida que avanzaba y se acercaba , hubiese dado lo que fuera para sacar todos esos arbustos que le impedian verla aún....

Caminó un trecho más...y se quedó inmóvil, estupefacto, petrificado...
allí estaba...la observó unos instantes, todo alrededor parecia más bello en cuanto su mirada se posaba en las cosas, el dorado de su pelo se movia graciosamente con la suave brisa a orillas del río...

De repente, ella giró su cabeza, lo miró, le sonrió y lo inundó de amor, lo estremeció hasta lo más profundo de su ser...

Él avanzó, acarició su mejilla con sus labios, la miró profundamente , le entregó la pequeña flor azul y se convenció que no había tenido un día más maravilloso que este.
 




Mirarse...

Era chiquita, tan chiquita que apenas se la veía. Tan chiquita que en cualquier momento desaparecería y nadie lo notaría.
Se sentía sola, ya que solo las personas muy perceptivas la descubrían, teniendo en cuenta que hay muy pocas, pero muy pocas personas con esa capacidad.
Tenía miedo a desaparecer y tomó la decisión de mirarse en un espejo cada  día. Si nadie la notaba, al menos ella lo haría.
Así pasaron los días y, sorprendentemente, al mirarse a si misma día tras día, comenzó a crecer, comenzó a hacerse visible y logró entender que nadie nos ve, nadie nos nota,  hasta que nosotros mismos aprendemos a vernos, a aceptarnos, a querernos.
A partir de ahí comenzamos a existir....a ser.




domingo, 13 de enero de 2013

"Hay una mujer"
 
Hay una mujer
que ahoga sus deseos
en gemidos y suspiros
que derrama torrentes
de sus más ocultos manantiales
que susurra caricias
con sus manos en tu piel
que aprisiona tu hombría
en el valle de sus piernas
que inventa volcanes
con solo cerrar los ojos e imaginarte
que estalla toda, completa
enrojecida y ansiosa
 
Hay una mujer
que es plenamente mujer
con solo.....pensarte...... 
 



domingo, 11 de noviembre de 2012

Sembrador
 
En la aridez de mi cuerpo
araste, hiciste surco
y sembraste
 
Con la vertiente de tu ser
regaste toda mi piel
y brotaron de mi superficie
rojizos retoños de rojo placer.
 
Con tu masculina vitalidad
fertilizaste todos mis deseos
y cosechaste en todo mi cuerpo
frutos maduros y nuevos...
 
 
 




Miel
 
Miel en tus ojos
miel en tus manos
miel en tu boca
miel en tu piel
 
Miel en tu hombría
miel en tu cuerpo
miel en tus besos
miel en tu piel
 
Miel que me altera
miel que me excita
miel que me embriaga
miel en tu piel
 
 
 
Dulce y ardiente miel
en tu mirada color miel....

domingo, 9 de septiembre de 2012

Relato de un alma silenciosa

 

 …Parada frente al espejo de su baño, coloca con dificultad la bolsita que contiene el frío hielo sobre su mejilla izquierda primero, y sobre el párpado del mismo lado después...lo que ve frente a sus ojos no es una imagen nueva; se pregunta si esta vez se pondrá tan de un morado profundo cómo hace algunas semanas, afortunadamente tenia esos grandes anteojos de sol que pudieron disimular al menos un poco la extensión de lo amoratado de su rostro.
Son las 7 de la mañana y mientras se encuentra con su imagen reflejada se da cuenta que aquella afirmación la dejó atónita-"¡¡¡Vos me provocás y yo me pongo loco!!!!"- le dijo. Inmediatamente en su mente comenzaron a surgir las preguntas, ¿qué hice mal?, ¿cómo hago para que esté contento?, ¿en qué me equivoqué?, ¿por qué soy tan inútil?...él tiene razón... a veces soy muy boluda y tengo que aprender a quedarme callada, a no contradecirlo, a estar siempre sonriente...si él me quiere, y no lo hace a propósito, él me quiere y me quiere mucho, siempre me lo dice. Cuando está bien es tan bueno conmigo, me cuida a mí y a mis hijos. Tengo que buscar la manera de que las cosas funcionen y si veo que vuelve una de estas noches así, debo mantenerme callada, quieta...si en un rato se dormirá y yo podré seguir durmiendo tranquila. Y si no se duerme y está muy alterado como las otras noches, me hago la dormida y espero que se le pase, se desmaye en la cama y me levanto.  Debo admitir que el hedor a alcohol muchas veces es muy difícil de soportar, y ni hablar de esas ocasiones en las que viene obstinado y quiere besarme, y tener relaciones...afortunadamente es tal la borrachera que mucho no le dura y en el momento menos pensado empieza a roncar, y yo me doy vuelta y me alejo un poco en la cama para poder respirar sin sentir ese olor insoportable que impregna todas mis sábanas…
 





LILA

Salió a caminar muy temprano esa mañana, las primeras tenues luces de aquel frío día de otoño lo esperaban en la calle. El camión con el reparto de diarios lo obligó a pararse en la esquina antes de cruzar  y el aroma de la panadería lo atrapó por un momento.

Molesto por el humo que aquel colectivo dejó a su paso y resintió su nariz por un instante,  apresuró la marcha. Era imprescindible que no lo alcanzara la plena luz del día. Había planeado durante toda la semana, en su paso rápido por aquella casa, cómo hacerlo.

Sabía que corria riesgos y que debía ser silencioso, rápido y certero. Pero nada le impediría llegar hasta su  objetivo. Hacía mucho tiempo que la buscaba y no era común verla con esas características, el tamaño ideal y la forma exacta, el aroma exquisito y un lila muy suave casi aterciopelado. Perfecta, única, ajena... hasta hoy.

A medida que se acercaba, sus pies parecian tomar más lijereza y su corazón se agitaba ansioso. Emocionado imaginaba lo mucho que a ella le gustaría, hacia tanto tiempo que se las había prometido, y le había costado tanto encontrarlas. Sabía desde siempre que eran sus preferidas.

Al llegar a aquella casa extraña;  ágil y silenciosamente se trepó a las rejas que daban al jardín, con la precaución  de no ser descubierto, sus movimientos fueron seguros y rápidos. Provisto de unos guantes y de una pequeña tijera retráctil, cortó cuidadosamente tres pimpollos de rosa de un color violaceo claro, perfectamente sanos, en su estado perfecto de apertura, y en su más empecinada belleza.

Se retiró tan silenciosamente como llegó y,  con su tesoro conquistado,  volvió presuroso a su casa, a prepararse para el gran acontecimiento y a culminar su tan preciado obsequio.

Había comprado días atrás un exquisito papel de envoltura en tonos azules y rosas en degradeé, con su cinta de color lila oscuro. Con mucho amor y pasión, preparó delicadamente aquellos jóvenes pétalos en flor.

 Luego de una ducha, sacó de su ropero aquel traje de los domingos que una semana atrás había guardado. En el pequeño espejo instalado en su baño, acomodó su gris melena, sacó aquel perfume que a ella tanto le gustaba y ya listo para partir, salió de su casa silvando un tango y llevando en sus manos un delicado ramo de rosas que ni la florería más exclusiva de la ciudad hubiese logrado preparar.

Cuarenta minutos después, de pie frente a aquella foto que tanto le gustaba y que mostraba la leyenda "Mi Lila siempre estarás conmigo", con la emoción de un novio y el dolor de un hombre, depositó aquel ramo sobre la reciente tumba allí construída, al mismo tiempo que con sus voz quebrada de dolor y alegría a la vez decia -"viejita, te las conseguí, te las traje, ¿viste que lindas que son tus tan deseadas rosas lilas?"-
 
 
 

Decisión

 

Instintiva e inconscientemente esquivó aquella caricia. Hacía tiempo que lo notaba, que lo sentía; algo había cambiado, lenta e imperceptiblemente. ¿Dónde había quedado esa admiración que sentía hacia él?, ¿ qué indiferencia notoria crecía en ella?.

Luego de algún tiempo de compartir sus vidas, sentía que, indefectiblemente algo se había roto muy profundamente en ella. Su alma lejana e insensible ya no se sentía completa ante su presencia. Su deseo, otrora ardiente, era a veces hasta lastimoso. Su piel,  sus manos, su boca estaban hastiados de la rutina y el frío que sentía al contacto de su cuerpo la congelaba.

Casi sin pensarlo, mecánicamente comenzó a preparar su valija. Aturdida, fuera de sí pero al mismo tiempo ansiosa, fue recorriendo cada rincón de la casa, llevando sus posesiones más significativas. Se sorprendió de que sus querencias solo entraran en aquel pequeño equipaje. ¿Acaso ya hacía algún tiempo que había comenzado a irse de allí?

Sin explicaciones, sin notas, sin advertencias; solo se dirigió hacia la puerta y salió. Comenzó a caminar por aquella avenida, ajena a la gente y a los autos, sola con su alma, su cuerpo, su pequeña maleta. Sonrió serenamente, miró aquel cielo brillante y despejado y se perdió entre la multitud, libre, feliz, viva.


Una frase en un banco

 Aquel domingo perezoso y fresco se anunció con el sonido de  risas y cantos de un grupo  que pasaba por la vereda de su casa haciendo alboroto, seguramente madrugados, volviendo de alguna disco, con la frescura , el desenfado y la libertad de todos los jóvenes a esa edad.

Miró la hora y decidió quedarse un rato más en la cama, “haciendo fiaca”, disfrutando del placer de la no madrugada del día no laboral. Dormitó un poco, soñó de a ratos y pasados unos cuantos minutos decidió abandonar la cama. Se levantó sin prisas, sin presiones. Disfrutó de una ducha caliente, sin apuros, sin reloj.

Preparó su desayuno y decidió escuchar un poco de música mientras disfrutaba de sus mates mañaneros junto a unas tostadas con manteca y mermelada de duraznos preparada por las septuagenarias manos de su querida abuela.

Ritualmente ordenó algo del desorden de su casa, acompañó la tarea con algunos sahumerios y el sonido de su grupo favorito y, al terminar,  decidió salir a caminar por la ciudad tranquila y calmada de un domingo quieto. Se calzó sus zapatillas y su ropa deportiva y salió a la calle con los primeros rayos del sol que llegaban hasta ella entre tantos altos edificios.

Siempre le llamaba la atención lo distinto que la ciudad se veía sin tanto alboroto, ni bullicio. Toda esa calma le permitía descubrir encantos y lugares especiales a lo largo de su trayecto. Por eso elegía ese día cada semana.

Recorridas algunas calles, luego de casi media hora de caminata, llegó al verde parque que se encontraba en el medio de la ciudad y se adentró en sus arboladas avenidas dejándose llevar por la naturaleza que la rodeaba. Luego de unos minutos llegó hasta el pequeño lago situado en el centro del parque y decidió descansar y sentarse en un típico banco de madera, lleno de inscripciones y desgastado por el uso. Curiosamente comenzó  a recorrer y leer las palabras que poblaban aquel viejo descanso, algunas profundamente grabadas, otras casi a punto de desaparecer. La mayoría esculpidas en la dura madera y algunas de ellas hechas con el típico  corrector blanco acaso un poco más débil y más rápidamente borradas por el tiempo y el roce.

 Le llamó poderosamente la atención una frase escrita a lo largo del respaldo, en imprenta, cuidadosamente plasmada: “En tus venas mi sangre, vivo por vos”  oct/68.

Comenzó a imaginarse cómo serían los dueños de aquellas palabras, supuso que lo habría escrito él para la mujer que le quitaba el aliento y despertaba su eterno y vital amor. Les puso nombres: Juan y Ana, los imaginó jóvenes y alegres, desprejuiciados,  entre abrazos y besos, con los dedos entrecruzados recorriendo las calles y terminando indefectiblemente sentados en aquel banco. Él,  acariciando su pelo, ella, besando suavemente su rostro y sus manos. Los pensó con mocasines de tacos gruesos y plataformas, pantalones elefante, minifalda, cabellos largos, alegres.

 Tuvo una extraña y agradable sensación pensándolos, volando en el tiempo y creando con su imaginación toda una escena llena de amor. La hizo sentir bien, la hizo sonreír. Deseó  que, aunque sea un poco, aquella simple y a la vez profunda  frase la contagiara de alegría y pasión que, aunque sea un poco, pudiera llevarse con ella la hermosa sensación de estar compartiendo en otro espacio y otro tiempo una bella historia de dos amantes. Se quedó así un rato, con la mirada perdida en el cielo y una tímida sonrisa esbozada en su rostro.

Luego de unos minutos,  un pequeño perro con sus ladridos la alejó abruptamente de sus pensamientos y la trajo de nuevo a su realidad. Sin embargo, se sentía bien, feliz, sonriente, envuelta en una agradable sensación difícil de describir pero fácil de disfrutar.

Se puso de pie, acarició aquellas letras, sonrió nuevamente y regresó a su casa con el convencimiento de que “Juan y Ana” habían sido felices toda una vida juntos,  unidos por un hermoso sentimiento. Y  que, ahora ancianos vivían en algún lugar no muy lejano, rodeados de hijos y nietos frutos de su gran amor.

Ese pensamiento  la hizo sentir bien, optimista, soñadora y le regaló una incomparable sensación por el resto de su día.
 

 

miércoles, 20 de enero de 2010


incertidumbre y a veces tristeza...certeza y a veces alegría y felicidad. Esa sensación de extender mis mano y tocarte y sentirte pero al instante te alejas y el frío congela mis dedos sedientos.

Solo el tiempo y la distancia me mostrará el destino inevitable pero...mientras tanto... duele y duele y la soledad me invade y se adueña de mi...te necesito demasiado...a veces demasiado...y duele...

martes, 19 de enero de 2010


...y porqué esa necesidad permanente de contemplarte todo el tiempo? Acaso es fruto de un hechizo secreto y hermoso que me ata a vos?...... te tengo y no te tengo y mi alma vaga entre sombras y luces.... entre oscuros y claros...

domingo, 30 de marzo de 2008

Soledad?

Hace casi un mes que estoy por estos pagos, lejos, muy lejos. Distancias que necesitan días para ser recorridas, ciudades distantes,costumbres distintas, personas distintas.

Si debo hacer un balance de este último mes , puedo decir que ha sido bueno, con sus altibajos, con sus ratos buenos y sus ratos malos, con gente nueva (muy buena, muy gaucha....) Pero lo más importante , lo insólito, lo inesperado, siento que estoy encontrándome a mi misma, siento que , si bien de a ratos la ausencia de mis "amores" pesa, esto me está ayudando a crecer, a hacer de la soledad mi compañera, mi cómplice en este viaje hacia mi interior y hacia mi esencia de persona.

Me sorprendo cada día de mi propia capacidad de adaptación, de mi búsqueda constante de placer y el sentirme bien, hoy, ahora, con lo que hay, con lo que tengo, con el presente.

No me sorprendo del apoyo de mis queridos, de mi familia del corazón, de mis afectos, que están permanentemente, con un pequeño mensaje, una llamada, un mail, siempre entibiando mi existencia y haciendome sentir querida, acompañada, a la distancia...

Aún me queda tiempo acá, aun tengo mucho por vivir, pero, ahora se que podré, que buscaré la forma, que insistiré y que sacaré de cada situación y de cada vivencia, lo mejor...siempre para adelante, siempre con esperanza y optimismo, porque la vida lo vale...

Creando espacios


Este mediodía de domingo me encuentra, después de casi un mes, tratando de construir mi espacio, de adaptarlo, de darle mi impresión.
De a poco, lentamente busco sentirme cómoda, mi cama, un televisor, la FM (que a duras penas me ofrece música de buena calidad...razón por la cual cargué de forma muy rápida mis cds preferidos), algunos libros (otros no, lamentablemente el tiempo y la prisa no me permitieron cargarlos conmigo) y.... mi última adquisición, capricho, deseo, compañía...una hermosa pecera con 6 lindos peces y muchas plantas en verde , azul y naranja, piedras de lindos colores y el sonido relajante y placentero del agua, una pequeña isla con su faro y dos graciosos peces de cerámica de ojos saltones.
De a poco, lentamente voy encontrando mi espacio, se puede (si se quiere), se encuentra, se logra, se disfruta...