domingo, 10 de febrero de 2008

Imaginando

Sentado cómodamente en aquella hamaca, en la galería de su casa, estaba leyendo, como lo había hecho durante toda su vida...de pronto, su mirada pareció perderse en el infinito. Ya con sus más de 70 décadas, podia atesorar millones de recuerdos a lo largo del camino.
Sus blancas canas entremezcladas con uno que otro cabello renegrido, vestigios de una otrora hermosa cabellera negra, se dejaban acariciar por la brisa de la tarde. Sus pensamientos viajaban en el tiempo y en el espacio, lo transportaban muchos años atrás, a su juventud, a sus experiencias vividas.
Recordaba aquella mujer, aquel cuerpo, aquel lecho. Recordaba su suavidad, su dulzura y su entrega. Su rostro nunca había desaparecido de su mente, más aún después de la hermosa amistad que cultivaron. Y era uno de los tantos y tantos momentos gratos que habían llenado poco a poco su larga vida...

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En el jardín de su casa, regando sus plantas y acompañada de sus perros, ella se dejaba llevar por los recuerdos. A sus casi 80 años, se la veía mucho más menuda de lo que siempre había sido. Enfrascada en sus pensamentos, recordaba aquel hombre que la movilizó, que fue gentil y amoroso. Aquel hombre que le ayudó a despertar a la mujer dormida en ella, libre, auténtica. Podía ver claramente sus facciones, él era muy atractivo y sus hermosos ojos oscuros desviaban la mirada de cualquier mujer. Podía afirmarlo ya que se trataba de uno de los mejores amigos que la vida le había regalado...

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Su hija menor llegó por detrás imprevistamente y lo abrazo cariñosamente, sacándolo de su viaje al pasado. Acercó otra silla cerca de la hamaca y se quedó con él, a su lado, como todas las tardes...charlando...compartiendo...

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Mientras seguia regando, su esposo se acercó a ella, la trajo nuevamente al presente, y le ofreció un exquisito mate amargo, como solo el sabía hacerlos...y se quedó allí ...a su lado....

1 comentario:

Unknown dijo...

Seguramente en los recuerdos de aquel hombre y de aquella mujer de esta historia que contás muchas cosas se marcaron a fuego como suele suceder. Cuando en nuestras vidas vivimos momentos de euforía, de pasión, o de fibras sentimentales es muy difícil borrar eso de nuestra mente por más que el tiempo pase, por lo general se lo "encajona" y se lo vuelve a traer a la mente en momentos de "necesidad emotiva", y es ahí cuando relucen.-
Particularmente me encantó la historia, creo que esas dos personas de la historia, al igual que muchas que han vivido historias parecidas, darían cualquier cosa en su vejez por compartir eso mates en un atardecer soleado como buenos amigos.-

Saludos mon ami.--